April 25, 2022, 11:40 am
Una nueva generación está renovando el arte d etejer y convirtiéndolo en pura moda. Si pruebas, te llevarás una sorpresa de la cantidad de cosas que puedes hacer con dos agujas -o un ganchillo- y una madeja...
Una nueva generación está renovando el arte d etejer y convirtiéndolo en pura moda. Si pruebas, te llevarás una sorpresa de la cantidad de cosas que puedes hacer con dos agujas -o un ganchillo- y una madeja de lana. ¿Te apuntas?
Seguro que en ese cambio de mentalidad ha influido la afición de muchas famosas por el punto. Tejer parece ser el nuevo pasatiempo de moda entre las estrellas de Hollywood para ocupar los ratos muertos en los rodajes.
Con agujas y ovillo hemos visto ya durante los descansos a Sarah Jessica Parker (que aprendió de su compañera en Sexo en Nueva York Kristin Davis), Penélope Cruz, Felicity Huffman, Julia Roberts, Amanda Seyfried, Christina Hendricks o Catherine Zeta-Jones. E incluso a hombres como Antonio Banderas o David Arquette, que, según ha confesado, aprendió a manejar las agujas de pequeño con la ayuda de su abuela.
Las últimas en apuntarse han sido Sara Carbonero y la modelo Cara Delavinge. La periodista inauguró su canal de YouTube con un vídeo en el que se graba con el móvil haciendo punto. La top subió a su cuenta de Instagram hace unas semanas una foto de sí misma haciendo punto entre desfile y desfile. Su comentario era: “Hacer punto es la BOMBA”.
Marian y Virginia estaban acostumbradas desde pequeñas a que las vieran como bichos raros por su afición a hacer punto. Sus compañeras de colegio no entendían que se pasaran las tardes de verano aprendiendo a tejer ni que tricotaran los vestidos para los muñecos. E
n la universidad, incluso, a Virginia la miraban mal cuando reconocía que el jersey que llevaba se lo había hecho ella misma. Marián empezó a tejer de niña, lo dejó en la adolescencia y lo retomó de mayor por su afición a la moda. “Mis amigas lo veían como algo raro. Ahora cada vez hay más gente enganchada”.
Cuando las dos se conocieron y decidieron montar la tienda Sweet Sixteen -especializada en punto, ganchillo y costura- incluso sus amigas les dijeron: “¿Cómo hacéis eso? ¡Eso es cosa de abuelas!”.
Ninguna de ellas imaginaba que dos años y medio después de la apertura, iban a tener una cartera de 150 alumnas semanales (entre las cuales hay muchas más treintañeras que abuelas). Y menos todavía que aquella afición que parecía desfasada iba a ser considerada ahora lo más cool. Cada vez más gente enganchada.
Tricortar: el nuevo yoga occidental
Pero, ¿por qué este repentino redescubrimiento del punto? “Nos habíamos quedado obsoletos”, explica Virginia Pampliega, propietaria de la tienda Sweet Sixteen. “El punto estaba en manos de gente mayor y, obviamente, ya nadie quería hacer cosas tan antiguas como un tapete para una mesa. Ahora, de repente, la gente ha descubierto que puede hacer prendas como las que venden las firmas de moda. Y, además, con una calidad mucho mayor y con la satisfacción de decir que lo has hecho tú”. Pero hay más factores.
El primero, la apertura a lanas y materiales que en España desconocíamos hasta ahora. Y no nos vamos a engañar: es muy diferente tejer con aquellas agujas metálicas finas que con las nuevas de bambú.
El segundo, la fiebre por la filosofía do it yourself (hazlo tú mismo) y lo hecho a mano. Hace unos años todo el mundo quería llevar ropa de marca, pero ahora cada vez más gente busca distinguirse con prendas personalizadas.
Y el tercero, la demostración de que es una actividad muy relajante, que ayuda a refinar la motricidad y a poner la mente en blanco. De hecho, ya lo llaman el nuevo yoga occidental. “Para mí es la evasión”, corrobora Arancha Acuña, una de las alumnas de Virginia. “Yo me concentro tanto en lo que estoy haciendo que me olvido de todo. Y cada noche necesito llegar a casa y tejer un ratito sentada en el sofá antes de irme a dormir. Es mi tiempo de relax”.
Como Arancha, el 90% de las alumnas de la clase son mujeres profesionales que acuden para combatir el estrés y aprender una actividad nueva.
A su lado otra alumna, Chitina Amat, tricota su primer jersey. “Yo a los 15 tenía complejo de manazas y ahora me estoy quitando la espinita”, reconoce. “Me está resultando muy fácil y, además, tiene algo de adictivo. Me siento y empiezo a hacer uno más, y uno más, y uno más... Y no puedo parar”.
La tercera alumna alrededor de la mesa es Viviana Becerril. Acaba de terminar una chaqueta para su ahijada y ahora está haciendo otra para la hija que va a tener una amiga: “Son regalos personalizados. Algo que has hecho tú y a lo que has dedicado tiempo es algo más valorable que otra cosa que puede tener todo el mundo”.
Una moda que engancha a todas las edades
Alberto Bravo y Pepita Martín nunca tuvieron una abuela ni una profesora que les enseñara a tejer. Pero tampoco la necesitaron porque aprendieron ellos mismos mirando vídeos tutoriales en Internet.
Todo empezó hace cuatro años, durante un viaje que hicieron a Nueva York cuando todavía eran compañeros en una empresa de auditoría. Un día vieron en el metro a una chica joven que iba tejiendo con unas lanas de colores flúor que ellos nunca habían visto.
Y ahí se les encendió la bombilla. “Buscamos cómo hacer punto en YouTube y nos hicimos unos cuellos”, recuerda Alberto. “Nos encantó la experiencia y ahí fue cuando dijimos: ‘¿Por qué no hacemos algo así para introducirlo entre la gente joven en España?’”.
Esa empresa es hoy We Are Knitters, una comunidad online que vende kits con agujas, ovillos e instrucciones para hacer una prenda determinada diseñada por ellos. Y lo complementa con tutoriales en la web donde se detalla cómo hacerlo.
“Nos dimos cuenta de que los patrones que salen en las revistas de toda la vida parecen códigos secretos”, dice Pepita. “¡Nosotros no entendíamos nada! Así que decidimos redactar unas instrucciones muy claras y a texto corrido para que cualquier persona pueda entenderlo”.
Esa pequeña empresa que comenzaron entre los dos tiene ya once trabajadores y cuenta con una oficina recién inaugurada de 120 metros cuadrados desde la que reciben pedidos de toda Europa.
Pepita y ALberto quisieron rejuvenecer el perfil de tejedor en España pero “la gran sorpresa ha sido ver los clientes que tenemos”, dice Alberto. “Por un lado está la gente más joven, para la que está dirigida la marca, y luego hay mujeres que tejían de toda la vida a las que les gusta mucho la calidad de nuestra lana y el hecho de poder hacer con ella diseños más frescos”.
Y es que los ovillos de We Are Knitters están fabricados en las montañas de Perú. Alberto y Pepita probaron muchas lanas hasta dar con las que querían. Ahora se venden en su web y también en El Corte Inglés.
A falta de abuelas, los talleres
Curiosamente, Isabel Prieto, propietaria de la tienda Knitting Point, también provenía de una carrera que no tenía que ver con tejer. Trabajaba como analista financiera hasta que decidió dejarlo para abrir su negocio. Pero en su caso no pesó tanto el espíritu emprendedor como las ganas de cumplir un sueño.
“Yo siempre he tenido una parcela creativa en mi vida”, explica. “A mí me gustaba hacer punto, tenía hijos pequeños y veía que a la gente le llamaba la atención la ropa que les hacía. Y me di cuenta de que ahora en los hogares ya no hay nadie que te enseñe a tejer, así que monté un taller donde enseñamos a hacer punto e invito a la gente a que conozca este mundo”.
Cuando Isabel abrió la tienda, hace cuatro años, el punto aún no era tendencia. Y sin embargo ya le sorprendió que el 80% de sus clientas eran chicas entre 25 y 40 años que nunca habían cogido unas agujas. Ahora mismo tiene 96 alumnas y una abultada lista de espera.
Y pronto comenzará a abrir franquicias de la tienda.“Todo el que quiera aprender a hacer punto puede hacerlo. A mí no me enseñaron de pequeña. Empecé cuando tenía 27 años y estaba embarazada de mi hijo mayor. Es muy bonito ver cómo de un hilo y dos agujas puedes sacar una cosa que te puedes poner, que te sientes guapa y a la gente le guste.Y, sobre todo, me siento muy orgullosa de haber hecho toda la ropa que han llevado mis bebés. Así que no saber nada no tiene que ser un hándicap a la hora de empezar”.
Consejos para novatos
Empieza por algo pequeño. No pretendas hacer al principio un jersey lleno de dibujos porque terminarás desistiendo. Un cuello o una bufanda con punto sólo del derecho sería lo ideal.
Mejor agujas y lana gorda. Te ayudarán a avanzar más rápidamente y te servirá como motivación al principio. Y sí: también te ayudarán a crear prendas más actuales.
Evita el algodón. Escoge ovillos de lana: es más elástica. Con el algodón puede que te cueste más pinchar los puntos al principio.
Apúntate a clase. Puede que tu madre te quiera enseñar, pero dará muchas cosas como obvias. Y créelo: no todo es tan obvio. Además de los talleres de este reportaje puedea acudir a: Las labores de Cayetana, mamamadejas, adamadeja.com, lagallinarosa.com,
estaribel.com, Black oveja...
Queda entre knitters. Relacionarte con otros tejedores que también están empezando puede ayudarte a iniciarte (Madrid knits!, Urban knitting barcelona...).
Por: Vicente Bustillo.